Alternadamente, pasamos la noche velando el cuerpo de la Hna. Giulia, rezando por su eterno descanso y renovando nuestra esperanza en la resurrección, ya que la Congregación ahora tiene otra intercesora en el cielo. A las 6:30 elevamos alabanzas a Dios por la vida donada de nuestra Hna. Giulia, a través de la oración de Laudes. Luego celebramos con fe la Eucaristía. El Padre Alfredo Gonçalves nos dijo en su homilía que un niño en el vientre de su madre no quiere nacer porque allí encuentra todo consuelo. Cuando el niño nace y crece, gana confianza, se siente amado y no quiere dar un paso más hacia atrás, de la misma manera, nos dijo el Padre Alfredo, que la Hermana goza ahora de una inmensa felicidad porque la Hna. Giulia ya se encuentra en el cielo, ha dado un nuevo paso, ya ha nacido para la vida eterna, sin preocupaciones, disfrutando de la gracia de Dios.
Después de la misa, como signo de fraternidad, las Hermanas de diferentes países, reunidas en Nova Veneza, llevaron el féretro desde la Capilla hasta la entrada del Instituto Sagrada Familia. Luego fuimos en procesión al Cementerio Municipal de Nova Veneza para el entierro de la Hna. Giulia. Este momento culminó en una emotiva ceremonia, marcada por testimonios y buenos recuerdos dejados por nuestra querida Hermana.
A las 19h participamos en la misa en la comunidad de la Parroquia San Marcos. La Santa Misa fue presidida por el Padre Gilson da Silva Pereira, párroco de Nova Veneza, quien, durante la homilía, invitó a las Hermanas Agenora Tomasi y Maria das Dores Paz a presentar brevemente los libros. El libro escrito por la Hna. Agenora, titulado “¿Por qué? Llamada – Preparado – Enviada. Porque… Una historia en respuesta”, y el libro de Giovanni Veggiotti, titulado “Venerabili Maria e Giustina Schiapparoli: La Santità dell’Accoglienza”. ¡Damos gracias a Dios por estas obras, que tienen como objetivo difundir la Historia y el Carisma de la Congregación!
La interculturalidad se refiere a personas, pueblos y culturas, dijo nuestro Asesor al inicio de su charla sobre Inculturación. Para contextualizar comenzó mencionando que desde la Revolución Industrial ha habido cambios importantes, como la urbanización, que en el 2004 alcanzó el 51% en el mundo. En América Latina, actualmente, el 61% de la población vive en ciudades, mientras que en Brasil el 85% de la población es urbana. En otras palabras, el mundo está mayoritariamente urbanizado.
Otro cambio significativo es el movimiento de personas, con 300 millones viviendo fuera de sus países, 117 millones como refugiados y 76 millones son desplazados. A ello se suman los inmigrantes internos, que se estiman son 750 millones en todo el mundo.
Debido al endurecimiento de las normas migratorias, muchas personas han sido trasladadas a las fronteras, que ahora se han vuelto más visibles. El Papa se refiere a esta realidad como un “cementerio de inmigrantes”. El Padre Alfredo destacó algunos de los “Cementerios de Migrantes” más grandes: el Mar Mediterráneo, las fronteras de México, el Desierto del Sahara, el Desierto de Arizona y el Estrecho de Darién.
Cuando se habla de interculturalidad o inculturación hay que pensar en un plan más amplio de cómo convivir con personas de diferentes países, lenguas y culturas. No hay país que no se vea afectado por la migración. El Papa Francisco es el profeta de los inmigrantes, mientras que los países ricos intentan ocultar esta realidad. Además de ocultarlos, los países ricos actúan con hipocresía, pues abren la puerta trasera a la entrada de trabajadores que luego son explotados y esclavizados como mano de obra barata. El Papa Francisco habla de construir puentes, mientras los países hablan de construir muros.
Los países ricos quieren trabajadores, no ciudadanos; por tanto, cierran las puertas fronterizas, negándoles documentación legal y, en consecuencia, sus derechos. Siendo así, para comprender la inculturación es necesario pensar y comprender estas realidades.
La práctica de Jesús consiste en un trípode que contempla la Montaña, el Camino y la Casa/Mesa. Profundizando en el tema, el asesor dijo que un grupo que se ama se necesita un hogar que preserve la intimidad, las relaciones y la fraternidad. Mencionó el aspecto sagrado de estar en la mesa con alguien a quien se ama, ya que es un momento para compartir y nutrir la relación. Compartir la mesa es alimentar la vida y el cuerpo.
Entonces, la inculturación ocurre cuando, en la Vida Religiosa Consagrada, podemos sentarnos a la misma mesa y, en casa, podemos ser nosotros mismos, con nuestras debilidades y nuestros dones. Por eso, estar en la montaña es estar en oración, el camino es vivir la misión y estar en la casa/mesa es vivir la vida fraterna.
El padre Alfredo finalizó su charla de hoy animándonos a construir más puentes y menos muros en nuestras relaciones, promoviendo la transición del multiculturalismo a la interculturalidad.
Nova Veneza / Brasil, 28 de julio de 2024
Equipo de Comunicaciones